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Perdida en Hollywood

May 15, 2009

Todo esto comenzó con un sueño.

Quiero ser actriz. Esas fueron las palabras que repetía una y otra vez a quien quisiera escucharla, ya desde que tenía apenas seis años. Se sentaba con su padre después de la escuela a ver películas. Le encantaba pensar que algún día llegaría a ser como esas guapas mujeres que veía en la pantalla, se ganaría el respeto como mujer y actriz, cuando fuera mayor sería como Rita Hayworth, como Elizabeth Taylor, incluso como su favorita, esa estrella con esa mirada tan bonita, por supuesto, su ídolo era Audrey Hepburn, algún día sería como ellas, no tenía dudas.

Los años fueron pasando, pero ella no olvidó nunca su deseo. Así, los años fueron avanzando, pasó el colegio, el instituto llegó a su fin. Fue entonces, cuando con una voz llena de determinación, confesó a sus padres que no iba a ir a la universidad. Durante el resto de su vida resonarían en su cabeza las protestas de sus padres. Era sólo una niña con fantasías de grandeza, decían. «Los Angeles no es tan bonito como lo pintan, no sólo es el lugar de glamour y sueños de las estrellas de rock, Los Angeles tiene otra cara» fueron las palabras de su padre. Pero él no entendía su sueño, ni su madre. ¿Cómo iban a entender sus sueños un mecánico jubilado y una ama de casa? Este pueblo era todo para ellos, pero ella quería aspirar a algo más que servir copas en el Dinner o trabajar en cualquier tienducha de tres al cuarto. No, ella no quería eso. Ni Audrey ni Rita se conformaron.

La vida en Los Angeles fue todo lo que ella esperaba, e incluso más. Al principio. Pronto consiguió compartir piso con dos futuras actrices como ella. Demonios, al poco tiempo ya tenía un agente, se le realizó un book, empezó a presentarse a castings, a crearse un perfil. Vale, no la llamaban de ningun casting, pero nadie puede tener suerte a la primera. Con esfuerzo y tesón llegaría su oportunidad. Empezaría desde abajo, aceptó un trabajo de camarera. Eh, no creáis que esto significa renunciar a su sueño. En los caterings en las fiestas de Hollywood siempre podrías encontrar un guionista, o un director, al que pasarle bajo mano tu book. Sí, lo conseguiría, ya casi podia ver su nombre en grande en carteles de cine.

El tiempo pasaba y ella seguía de camarera. Pero no sean desconfiados. Incluso tenía contrato para rodar un anuncio de comida para perros. Estaría perfecta, dejaría estupefactos al director. O al menos eso intentaría si no fuera porque a última hora cancelaron la realización del anuncio porque la compañía se fue al garete. Vaya, un contratiempo, Elizabeth y Audrey los tuvieron también, y no se rindieron.

Su agente poco a poco le ayudaba a abrirse camino. Algún productor la había visto en los caterings y preguntó por ella. Por fin había llamado la atención a alguien. Compró con casi todos sus ahorros un precioso traje, estaría radiante en la fiesta de aquella noche. Los dejaría a todos con la boca abierta. Pero al final la estupefacta era ella. ¿De donde salía tanta droga? ¿Y estas chicas? ¿Eran aspirantes a actrices como ella? Al menos parecían otra cosa… pero no quiso ni pensarlo, estaba ahí para acechar a gente que pudiera darle una oportunidad, no para tener miedo en este momento. Haría lo que fuera por no volver a casa y decirle a su padre que tenía razon.

No esperaba acabar la noche chupándole la polla a un calvo que le aseguró que podía conseguirle un papel mañana mismo. Ella no pensaba en lo que estaba haciendo, sólo tenía en mente que podría estar bajo los focos con un golpe de suerte, aunque la suerte fuera a base de realizarle sexo oral para contentar a un viejo cabrón. Desgraciadamente, se dio cuenta poco a poco que en Hollywood todo el mundo miente. Buscaba algún refugio para no deprimirse, y lo encontró en la droga. Empezó con unos tiritos de cocaína, total, le ayudarían a evadirse, incluso a realizar cosas que detestaba sin apenas darse cuenta de ello. Poco a poco entró en la heroína. El Rainbow, ese pub que tanta historia tiene dentro, empezó a ser como su casa por las noches. Quizás haciéndose amiga de alguna de las estrellas que acudían allí tendría su oportunidad. El alcohol se añadió a sus vicios. Le gustaba vivir con esa sensación de euforia continuamente. Euforia que ocultaba que sus sueños se estaban rompiendo poco a poco. Ella quería ser actriz, no una especie de groupie.

Se enamoró, de un joven rockero. Él, al igual que ella, estaba abriéndose paso, acababa de firmar para grabar su primer disco. Este tío es auténtico, pensaba ella cuando le veía. Además, la trataba bien, y se fue a vivir con él muy pronto. Todos los días eran fiesta. Sexo, Drogas y Rock and Roll, yeah. Por primera vez sentía que su vida empezaba a cobrar forma. Tenía alguien que la quería y que cuidaría de ella hasta que ella pudiera hacer despegar su carrera. Joder, ahora las cosas iban bien, de puta madre más bien.

Pero una espiral descendente es imposible de evitar por mucho tiempo. Un día llegó  acasa y vió a su novio en la cama con dos chicas. Estaban dormidos. No dijo nada. Se dirigió hacia la puerta y salió a la calle. Allí, sentada en los escalones, por primera vez se permitió estallar a llorar. Su vida estaba destrozada. No había conseguido nada. Las unicas películas a las que podía aspirar eran pornográficas, era una adicta a las drogas, y su amor, lo único que la mantenía cuerda, era una falacia. Ahora lo veía todo claro, jamás sería como Elizabeth Taylor o como Audrey Hepburn.

Vuelve a su piso, sus compañeras no están, seguro que están en otra fiesta. Mierda, como ha llegado a odiar esas fiestas, llenas de mierda. Sueños rotos, sus padres no le hablan desde que se marchó. Al menos un día sería noticia. No esperaba copar los titulares, pero sí al menos saldría en la prensa. Estrella por un día. El lazo apretaba bien fuerte su brazo. atravesó su vena con la jeringuilla sin duda alguna. Suficiente dosis para hacerle perder el contacto con la realidad. Agarró la pistola que compró para defenderse de los ladrones. Ahora recuerda cómo le asaltaron, le robaron el bolso y le dejaron la cara amoratada a golpes. Los Angeles, glamour sin fin. Así sería una celebridad, se despediría a lo grande, como Marilyn. En su cabeza resuenan las palabras de su padre mientras lleva el cañón de la pistola a su boca.

– «No confíes en Hollywood».

Click.

Bang.

Tema: System Of A Down – Lost In Hollywood.